"El Gerry Adams Vasco"
En la trayectoria del dirigente abertzale hay numerosos tropiezos con la justicia y tres grandes intentos por buscar una solución política al conflicto.
La historia de Arnaldo Otegi Mondragón (Elgoibar, 6
de julio de 1958) es la de un parlamentario desconocido ascendido por
accidente, que de la noche a la mañana se convirtió en el dirigente más
mediático de la izquierda abertzale y en su principal ideólogo e
interlocutor.
Ha sido el principal impulsor del debate interno que
ha finalizado con una izquierda abertzale desmarcada de la violencia y
"comprometida con las vías exclusivamente pacíficas y democráticas". Sus
detractores le reprochan acatar las órdenes de ETA y no plantarse
públicamente ante los sucesivos retornos a la violencia.
En su
trayectoria política hay tres grandes intentos por buscar una solución
política y negociada al conflicto vasco: El Acuerdo de Lizarra y la
posterior tregua de ETA en 1998; el proceso de paz de 2006 y el cambio
de estrategia en la izquierda abertzale a partir de 2009, que desembocó
en el fin definitivo de la violencia anunciado por la organización
terrorista el 20 de octubre de 2011.
Su currículum judicial también es extenso. Habitual en los juzgados, ha sido encarcelado hasta en cinco ocasiones.
Juventud en ETA
Antes
de erigirse en el gran icono de la izquierda abertzale, Otegi conoció
primero el otro lado de la 'trinchera'. En 1977, con apenas 19 años,
ingresó en ETA político-militar, aunque tras su disolución 'saltó' a ETA
militar en 1981.
Apenas ocho años después, en 1989, se sentó por
primera vez en el banquillo de los acusados, una escena que a lo largo
de los años se repetiría en numerosas ocasiones.
Aquel año fue
juzgado y absuelto por el secuestro del exdiputado de UCD Javier
Rupérez, aunque poco despuéss llegaría su primera condena por participar
en el secuestro del empresario Luis Abatua. Los jueces le impusieron
seis años de cárcel.
Inicio en la política
Inmerso
ya en el mundo de la política, sus primeros ascensos fueron fruto de
carambolas inesperadas: accedió por primera vez al Parlamento Vasco en
1995, sustituyendo como diputado a su compañera Begoña Arrondo,
condenada por colaboración con banda armada, y se erigió en el principal
portavoz de Herri Batasuna (HB) en 1997, cuando la Mesa Nacional al
completo fue encarcelada por la difusión de un vídeo de ETA durante la
campaña electoral.
Parlamentario desconocido durante sus primeros
años en la Cámara vasca, Otegi comenzó a despuntar con briosos
enfrentamientos con el entonces consejero de Interior del Gobierno
Vasco, Juan Mari Atutxa. Se recuerda uno en particular, cuando el
consejero le reprochó tener "odio" en la mirada. "Yo a usted no le odio;
seguramente usted a mí sí", respondió Otegi. Las miradas ya estaban
puestas en él.
Pacto de Lizarra; los años de mayor esplendor
Su
éxito como actor protagonista también fue precoz. Apenas un año después
de tomar las riendas de la izquierda abertzale, participó en la firma
del Acuerdo de Lizarra-Garazi, ETA declaró una tregua "incondicional e
indefinida", HB (reconvertida ya en Euskal Herritarrok) logró los
mejores resultados electorales de su historia en las autonómicas de 1998
y selló un acuerdo con PNV y EA para apoyar la primera investidura de
Juan José Ibarretxe como lehendakari.
Fue entonces cuando desde algunos sectores comenzó a ser conocido como "el Gerry Adams vasco".
Pero
el éxito se esfumó tan pronto como llegó. El 28 de noviembre de 1999
ETA le asestó el primer mazazo. La organización terrorista rompió la
tregua y la estela del dirigente abertzale dejó de brillar.
Otegi
pagó un precio muy alto: perdió credibilidad como líder con capacidad
de influencia, fue acusado de "tibieza" y de acatar los dictados de ETA,
los partidarios de condenar la violencia en el seno de la izquierda
abertzale se escindieron en Aralar y Euskal Herritarrok (EH) perdió la
mitad de sus diputados en las autonómicas de 2001.
Declaración de Anoeta y proceso de paz de 2006
Entremos
en contexto: año 2001, la izquierda abertzale acumula fracaso tras
fracaso, José María Aznar (PP) gobierna en la Moncloa con mayoría
absoluta, PSOE y PP estrenan Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos
está al caer (sería aprobada el año siguiente). En ese contexto
desfavorable, Otegi comienza a reunirse en secreto y a título personal
con el presidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren, en el caserío Txillarre
de Elgoibar.
Son tiempos de trabajo de cocina, de diálogos
informales entre bambalinas que cinco años después desembocaron en la
que hasta ese momento fue la mayor oportunidad para la pacificación: el
fallido proceso de paz de 2006.
Dos años antes, en 2004, surgió
ante la opinión pública el que desde algunos medios se empezó a llamar
el Otegi posibilista. El portavoz de Batasuna se presentó en el
Velódromo de Anoeta "con una rama de olivo en la mano" y la izquierda
abertzale reconoció por primera vez la necesidad de separar la
negociación política de la "técnica" (violencia de ETA).
Es la
conocida como metodología de las "dos mesas". Según la propuesta de la
izquierda abertzale, en la primera se sentarían los partidos para hablar
de política, y en la segunda, ETA y el Gobierno para afrontar la
"desmilitarización" y la situación de los presos.
Este trabajo
entre bambalinas llegó a su culmen con el "alto el fuego permanente"
anunciado por ETA en marzo de 2006. Otegi vuelve a tener estrella.
Sintoniza con el Partido Socialista e incluso José Luis Rodríguez
Zapatero, presidente del Gobierno por sorpresa tras las generales de
2004, dice de él que "es un hombre con un discurso por la paz".
Los
acontecimientos se aceleran. El Gobierno negocia con ETA en Ginebra
(Suiza) y Oslo (Noruega) y, paralelamente, Otegi encabeza la delegación
de Batasuna que mantiene negociaciones en el santuario de Loiola con PNV
y PSE-EE. Los tres partidos incluso llegan a cerrar un documento
llamado "Bases para el diálogo y acuerdo político".
El texto
reconocía la identidad nacional del pueblo vasco, defendía que las
instituciones del Estado respeten las decisiones adoptadas por la
ciudadanía vasca sobre su futuro político y garantizaba a la ciudadanía
vasca que todos sus derechos estén recogidos en el ordenamiento jurídico
internacional. La paz y el fin del conflicto vasco nunca habían estado
tan cerca.
Sin embargo, cuando muchos ya descorchaban el champán
(metafóricamente hablando, claro), todo se fue al garete. Batasuna
presentó nuevas exigencias de última hora que PSE y PNV consideraron
inaceptables, y el acuerdo se convirtió en papel mojado. Una más en el
baúl de los fracasos.
Jeltzales y socialistas no dudaron de que
detrás la maniobra de Batasuna estaba el 'no' de ETA al acuerdo. Otegi,
por su parte, alegó que, con estas propuestas de última hora, la
izquierda abertzale quiso obtener más garantías.
El proceso de paz
agonizaba. La presión mediática y política asfixiaba y el diálogo
estaba empantanado. De cara al público, además, los interlocutores de la
negociación se cruzaban reproches y mensajes alarmistas.
Y en
esas llegó el segundo gran mazazo de ETA a Otegi: El 30 de diciembre de
2006, en pleno alto el fuego, mientras el dirigente abertzale seguía
reuniéndose con Eguiguren para intentar salvar una causa perdida, la
organización terrorista hizo estallar una furgoneta bomba en la terminal
4 del aeropuerto de Barajas (Madrid). En el atentado murieron los
ciudadanos ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio.
Otegi,
que choca por segunda vez contra el muro de la negociación fallida,
vuelve a ser visto como un dirigente sin poder de influencia en ETA.
La
banda no anunció oficialmente el fin del alto el fuego hasta el 5 de
junio de 2007. Tres días después, Otegi ingresó en prisión para cumplir
una condena de 15 meses por enaltecimiento del terrorismo.
Apartado
de nuevo del foco mediático, desde algunos medios se especuló con su
abandono de la política. Había sido apartado por ETA, se decía. El
portavoz de Batasuna comenzó a ser citado en la prensa como exportavoz
de Batasuna.
Alejamiento de la violencia
Abandonó
la cárcel el 30 de agosto de 2008, y lo cierto era que no había dejado
la política. Con una izquierda abertzale frustrada por la ruptura del
proceso de paz, y con una capacidad de iniciativa política mermada y
limitada por las continuas detenciones e ilegalizaciones, el dirigente
abertzale y el ex secretario general de LAB Rafa Díez lideraron entonces
un proceso interno para debatir, por primera vez en la historia de la
izquierda abertzale, sobre la necesidad de poner fin a la violencia.
El
proceso de reflexión culmina con un documento que en octubre de 2009
trasladan a sus bases para su debate y que apuesta por "la utilización
de vías exclusivamente políticas y pacíficas".
Días antes de
hacer público el inicio del debate interno, el 13 de octubre de 2009,
Arnaldo Otegi y Rafa Díez fueron arrestados en la sede del sindicato LAB
en Donostia-San Sebastián junto a otras ocho personas. Fue el inicio
del caso Bateragune.
Durante
los siguientes meses, Otegi sigue desde la cárcel el desarrollo del
proceso que él mismo inició: la presentación del documento "Zutik Euskal
Herria", que subraya que el proceso debe llevarse a cabo en ausencia
total de violencia; el pacto estratégico con Eusko Alkartasuna y la
firma del Acuerdo de Gernika, que exigía a ETA "un alto el fuego
permanente como expresión de su voluntad para un abandono definitivo de
las armas". ETA respondió el 10 de enero de 2011 con un alto el fuego
"permanente, general y verificable". Cuatro meses antes, el 5 de
septiembre, ya adelantó un cese de las "acciones armadas ofensivas".
En
junio del mismo año, Otegi y los otros siete dirigentes abertzales
imputados en el caso Bateragune son juzgados en la Audiencia Nacional.
Para el exportavoz de Batasuna, es la oportunidad de demostrar el poso
de su 'hoja de ruta'.
Ante el tribunal, aparece el Otegi más
contundente visto hasta la fecha: "La violencia de ETA sobra y estorba";
"La vuelta de ETA a la violencia sería un suicidio político para la
izquierda abertzale"; "ETA piensa que la acumulación de fuerzas es
posible manteniendo la lucha armada y nosotros no"; "No valen
estrategias de treguas parciales"; "La utilización de la violencia,
lejos de solucionar los problemas, los enquista y los hace todavía más
difíciles"...
Tres meses después del juicio, la Audiencia Nacional condena a Otegi y Díez a 10 años de cárcel,
acusados de integración en ETA en calidad de dirigentes por intentar
reconstruir la ilegalizada Batasuna. Dicen los jueces que ambos han
actuado durante el proceso "en plena connivencia y siguiendo las
superiores directrices" de la banda.
El 20 de octubre de 2011, ETA anuncia el "cese definitivo" de la violencia. Siete meses después, el Supremo decide mantenerle en prisión, aunque rebaja su pena de 10 a 6 años.
Otegi
no podrá, por tanto, ser candidato de la izquierda abertzale en las
elecciones vascas, previstas para principios de 2013 si no hay adelanto
electoral.
Arnaldo Otegi discurso
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